sábado, 29 de septiembre de 2012

109. Juguetes

A veces, paseando por una playa a finales de verano, nos topamos con un cubo de plástico, una pala, un rastrillo o un coche de juguete abandonados en la arena. Seguramente pertenecieron a un niño que la víspera tuvo el día tonto y los padres, incapaces de hacerle entrar mínimamente en razón, optaron por recoger los bártulos e irse a casa. Con el sofoco que les provocó su hijo, los padres recogieron los bártulos a toda prisa y así es fácil olvidarse algún objeto en la playa. El cochecito de plástico tiene ahora un aspecto triste, denota soledad y abandono, y al mismo tiempo, en algún edificio de la ciudad un niño, que ya no recuerda la pataleta del día anteriror, mira compungido por la ventana y echa de menos a su coche de juguete preferido. Lo mismo sucede con esta estampa, que nos sugiere que algún político travieso se olvidó de recoger todos sus bártulos cuando estalló la burbuja inmobilaria y ahora seguramente estará triste mirando por la ventana de su despacho, añorando esos juguetes que en su día tan buenos momentos y beneficicos le reportaron.

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